Desde hace algún tiempo, mi amiga María y yo venimos dándole vueltas a eso de colaborar en el mundo blogger.
Ella escribe relatos e historias, largas y cortas, con y sin foto, a veces hasta sin palabras, y los publica en My Stories Project. Pero como dedica la mayor parte del tiempo a ser mamá (a cuyas vivencias dedica los viernes), pues encaja perfectamente en Mislaboresypunto 🙂
Así que el post de hoy lo ha escrito ella. Se trata de una rica receta de pescado de la que nos deja los pasos a seguir con sus lindas fotos y todo!! 🙂
A continuación os la reproduzco. Espero que os guste tanto como a mí (ya leeréis el arte que tiene, jeje).
GRACIAS María!
- Gran receta de lomos de merluza con tomate
No sabía cómo podía meterme en la casa virtual de @Vanvaltri, Mis Labores y Punto, así que pensando y pensando, decidí hacerlo con ¡una receta! A pesar de mi capacidad nula como cocinera. Para mí ha sido un placer que ella aceptara y me dejara desbaratar un poquillo su rincón virtual.
Lo que os traigo es una fácil (cómo no podía ser de otro modo) receta de pescado con tomate. Ideal para engañar el paladar de los niños a los que les cuesta comer pescado y, para qué negarlo, para los adultos que tampoco somos muy fanes de él.
Tiempo de preparación: una escasa media hora. 40 minutos a lo sumo si eres muy cuidadoso/a.
Ingredientes:
- 4/5 lomos de merluza. Yo los compro congelados, la típica caja de Pescanova (que estaba en oferta en Carrefour) o cualquier otra marca que viene con eso, 4 o 5 lomitos.
- Orégano.
- Pimienta negra.
- Bote de tomate.
- Cebolla.
- 4/5 dientes de ajo.
- Sal.
- Aceite.

Primer paso: Lo primero que hay que hacer, después de pasar los lomitos bajo el agua y lavarlos someramente, es cortarlos en tres trozos cada uno, quedando como en la siguiente imagen. Para ello no hacen falta más que unas tijeras, con el cuchillo cuesta más trabajo.

Segundo paso: freír la cebolla y los dientes de ajo, que previamente habremos picado en trozos pequeños hasta que se pongan tontos. Esto es una expresión muy de madre, así al menos es como me lo indicó la mía. ¿Cómo sabréis cuando se han puesto tontos? Ese es el maravilloso mundo de la subjetividad en la cocina, lo sabrás tú y solo tú, confía en tu instinto y, si no aciertas, seguramente tú no te lo echarás en cara y que no se atrevan a hacerlo ninguno de la familia.

Tercer paso: Retiramos la cebolla y el ajo pochos y reservamos (el vocabulario es de receta profesional, ¿eh?). En la misma olla (o sartén grande, como queráis) doramos los lomitos troceados, primero por una parte y luego por la otra. Mi madre me ha dicho que primero es la parte con piel, pero creo que podéis hacerlo al gusto. En este momento es cuando le echáis la sal, la pimienta negra y el orégano. ¿Cuánto? Señores, eso es a ojo de cada uno. Sed comedidos o excesivos, pero sabed que el defecto de algo se puede arreglar, pero el exceso…

Cuarto paso: Una vez que se ponen dorados, confiad de nuevo en vuestro instinto, llega el momento del tomate. Lo echáis todo, ¡qué gusto vaciar el bote! No os dé miedo de que podáis pasaros, tened en cuenta que probablemente el resultado pueda ser carne de congelador y es bueno tener un tupper bien llenito de salsa que dé una alegría cuando un mes después saquéis vuestra creación para llevárosla al trabajo o para cubrir un día complicado en el que cocinar es un imposible.

Quinto paso: Emplatemos. ¿Quién ha dicho que no podemos emplatar con gracia y jugar a ser Arguiñano? Coge tu cuchara de madera y compórtate como un gran chef colocando los trocitos de lomo con arte, flotando en su sopa tomatada.


Y por último, tras solo media hora de duro trabajo, ¡buen provecho!
PD: Consejo de madre: estad muy atentos porque el lomo de merluza se hace muy rápido y se te puede quemar. Dicho de otra forma, y en palabras de mi madre: “Niña, que no te estés mirando el ‘guasa’, el ‘intenné’ y todas esas tonterías que te quedas sin comida”.